La cuenca, sin quererlo, se convirtió con el tiempo, y sin darnos cuenta, en el límite tácito de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy nos encontramos con uno de los más completos bestiarios de la arquitectura moderna. Dotado de un tejido muerto que va rellenando los vacíos entre.
Esta puede ser una oportunidad única para recuperar toda esta tierra.
La estrategia, en primera instancia, pasa por ubicar aquellos nodos capaces de comenzar a recomponer la trama y poco a poco ir sanando el tejido.
“…La tendencia de cruzar especies para producir una raza con mayor resistencia y capacidad para crecer que ninguno de sus padres”.
Hibridar programas individuales no solo es juntar funciones. Estos se relacionan entre sí y empiezan a compartir intensidades. Es necesario, forzar la interacción entre los distintos tipos de usuarios. De este modo se facilita el flujo de relaciones sociales. Esto significa que sin la componente pública, el edificio híbrido muere en el preciso instante, para convertirse en un edificio de usos mixtos.
La componente económica no queda exenta, dado que son los programas alternativos y variados los que permiten promediar las ganancias y reducir el costo de las viviendas. Un teatro, una galería, locales comerciales, talleres y oficinas forman parte del programa semi-público. Y se completa con una modesta diversidad de tipologías de vivienda. Como digno híbrido, es importante lograr densidad para sacar el máximo rendimiento al suelo, pero a la vez mantener la calidad espacial de la fábrica. Sacar el mayor rédito del tejido existente transformando sus funciones.
Una serie de funciones que trabajan las veinticuatro horas del día tomando lo mejor de “la fábrica”, con un conjunto de viviendas injertado en cada función. Sea como sea los usuarios de los distintos programas no pueden evitar la relación con sus pares.
Por lo tanto es imperioso estudiar cómo es ese espacio de interacción.
Reconocer el modo de vivir en La Boca, y reconfigurarlo sin perder la calidad espacial de los conventillos a los que están acostumbrados los vecinos del barrio.
Un conjunto que invita a la gente joven a relacionarse, en un entorno que estimula la creación. Que, si bien se lee como un gran conjunto de viviendas, cada bloque se vive como una individualidad interconectada con la otra. Eso colabora con la idea de vivienda propia, de barrio.
En resumen, hoy en día, un conjunto de viviendas inserto en la ciudad debe cumplir una serie de características:
Hibridez programática, que equilibre los costos entre el programa público y privado; la segunda en beneficio de la primera.
Diversidad tipológica, dando respuesta al mercado actual, otorgando densidad y sin perder la calidad espacial.
Espacio social, que fomente las relaciones públicas entre los más diversos tipos de usuarios.